7 Oct 2018
INTERNACIONALES
Reflexiones sobre el futuro del trabajo
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En la foto, la delegación de la ALAL que deliberó en en Panamá. De izqueirda a derecha: César Landelindo Franco López (Guatemala), Luisa Fernanda Gómez Duque (Colombia), Maximiliano Garcés (Brasil) y Matías Cremonte (Argentina).
Reproducimos el discurso de Luisa Fernanda Gómez Duque, en representación de la ALAL, en el plenario de la 19na. Reunión Regional Americana de la OIT, celebrada en Panamá entre el 2 y el 5 de octubre.
Desde la ASOCIACIÓN LATINOAMERICANA DE ABOGADOS LABORALISTAS, saludamos a la mesa, a las personas presentes en este recinto, a los trabajadores y trabajadoras de América y especialmente, a quienes con su esfuerzo se han ocupado de la logística de esta reunión.
Cada pregunta se inaugura con una reflexión que la hace emerger ante la incertidumbre, lo no resuelto, lo desconocido. Así, cuando el Director General Guy Ryder invita a poner entre signos de interrogación el futuro del trabajo, se hace necesario detenerse un poco en las disertaciones que anteceden la preocupación por el porvenir, lo que nos arroja ineluctablemente al pasado y presente de nuestro tiempo.
El marcado retroceso en el derecho social que se surte en américa, de lo que son claros ejemplos las políticas migratorias de Estados Unidos, las Reformas Laborales en Brasil y Argentina, el incumplimiento de los acuerdos de paz y el asesinato sistemático de líderes sociales en Colombia, la guerra económica contra Venezuela y en general, el desolador panorama de exclusión, marginación y exterminio, da cuenta de una escenografía del trabajo nada alentadora. Parece ser que la actualidad del mundo del trabajo está signada por la regresividad de los derechos de la clase que, conquistó en unos casos y concilió en otros, reivindicaciones elementales para la vida. A pesar de que la subsistencia de la mayoría de los seres humanos en el mundo sigue dependiendo de que alguien pague por su fuerza de trabajo, lo que salta a la vista, es que una gran parte de quienes dependen de dicha compraventa no tienen empleo, son trabajadores y trabajadoras que viven del rebusque y que no son aportantes a los sistemas de seguridad social. Pero en la mayoría de los casos es la ilegalidad en la que los Estados y empresarios los mantienen lo que los margina de las regulaciones de las relaciones de trabajo.
La pertinencia de la pregunta por el futuro del trabajo, no se agota entonces en el reconocimiento de sus nuevas morfologías, que vienen de la mano de la globalización y el desarrollo de la tecnología; ello, por cuanto no basta con abordar la cuestión de cómo insertar en lo que literalmente es “UN MERCADO LABORAL” a una cantidad mayor de asalariados. Lo que hace URGENTE el interrogante, es el escenario de realidad en el que se desenvuelve la vida toda.
En septiembre de 2017, la FAO, en su Informe sobre Seguridad Alimentaria y Desnutrición, concluyó que en el mundo 815 millones de personas pasan hambre, de estas, 42 millones viven en América Latina y las cifras se relacionan directamente con el nivel de “desarrollo” de las regiones, por lo que Asia y África, también aparecen como gravemente afectados.
La devastación del planeta que implica sostener un modelo de desarrollo insaciable y cada vez más demandante, hacen que nuestra casa en común pronto vaya a resultar insuficiente.
Cada día estallan nuevas guerras en el mundo y en nuestro propio continente, se habla de intervenciones militares contra países declarados desde afuera en “crisis humanitaria”, cuando los parlantes de semejante situación tienen ejércitos de desamparados y asesinados, inundando las entrañas de su propio territorio.
Y ante esta simple pincelada de realidad, cabe entonces también preguntarse ¿qué fue lo que hizo posible llegar al lamentable momento histórico en el que estamos?
Por los 815 millones de hambrientos, hay más de 641 millones de obesos; mientras en América Latina las empresas multinacionales quieren devorar la selva amazónica, Europa y Norte América, sostienen el nivel de vida que el Sur Global les hace posible; La industria militar se alimenta, se declaran guerras con intereses ocultos, se quitan del camino los obstáculos con bombas y en el entretanto el estado de cosas se mantiene impune.
No se puede admitir que el drama humano tiene una sola cara, no se puede permanecer indiferente ante la evidencia de que para sostener “el primer mundo” se requiere “el tercer mundo”, no es posible transitar los caminos de la existencia sin reconocer el imperativo que la evidencia de los hechos nos impone, respecto de la necesidad de trasformar el modelo de desarrollo y con ello, el modelo de producción,porque como lo decía Eduardo Galeano:
“El precario equilibrio del mundo, que rueda al borde del abismo, depende de la perpetuación de la injusticia. Es necesaria la miseria de muchos para que sea posible el derroche de pocos. Para que pocos sigan consumiendo de más, muchos deben seguir consumiendo de menos. Y para evitar que nadie se pase de la raya, el sistema multiplica las armas de guerra. Incapaz de combatir contra la pobreza, combate contra los pobres, mientras la cultura dominante, cultura militarizada, bendice la violencia del poder.”
La terca insistencia en perpetuar una estructura social que evidentemente fracasó para las mayorías, es un gesto inhumano, la transformación entonces, no es únicamente deseable, es necesaria y este es el tiempo de inventarla.
Muchas gracias
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