Sobre la Asociación

La Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas agrupa a abogados y abogadas que ejercemos la profesión, considerando que el derecho laboral debe tener como piedra basal la tutela de las personas que trabajan, desde una concepción ideológica y política plural, pero no neutral.
Cobija en su seno a todas las expresiones del pensamiento político, definiéndose independiente del Estado, de los partidos políticos y de las asociaciones sindicales, con un respeto irrestricto por todas aquellas personas que piensan diferente.
La Asociación nació en 1958. No es casual la oportunidad elegida por un grupo de abogados laboralistas, la mayoría vinculados a sindicatos, para agruparse y desarrollar una tarea colectiva vinculada con el mundo del trabajo. Ese fue un año de intensa actividad sindical y de conflictos colectivos de envergadura, enmarcados en un proceso político conducido por la autoproclamada “Revolución Libertadora”. Como históricamente ha ocurrido durante todos los gobiernos dictatoriales, los trabajadores y sus organizaciones gremiales sufrían el despojo de sus derechos, persecución y represión. Paralelamente, se producía un hecho paradojal: la dictadura militar, debilitada, en retirada y muy a su pesar, posibilita la reforma constitucional de 1957 y con ella la incorporación del art. 14bis, principio vertebral de la justicia social.
Quienes fundaron la Asociación entendieron que a la lucha contra la opresión había que sumarle la tarea de llevar a realidad y a la práctica cotidiana los postulados del constitucionalismo social, frustrados cuando la dictadura derogó la Constitución de 1949.
Si bien la mayoría de los sindicatos se identificaban con el peronismo, la Asociación era heterogénea en su composición contando con una fuerte presencia de colegas comunistas, socialistas, intransigentes, radicales e independientes, con profundas convicciones democráticas.
Creemos que en la historia argentina es muy difícil encontrar otros espacios políticos y sociales donde se haya dado un fenómeno de convivencia y tolerancia ideológica tan grande y tan prolongado. Las cambiantes circunstancias políticas de nuestro país muchas veces han sometido a esta Asociación a fuertes tensiones, sin embargo, seguimos de pie.
Para nosotras y nosotros ser “laboralista” es ejercer la profesión pensando el Derecho del Trabajo en clave de derechos humanos hacia la transformación social.
Nuestras puertas están abiertas para todas aquellas y aquellos profesionales que se quieran unir, sin más exclusiones que los/as defensores de los genocidas de la dictadura militar.
Nuestras reuniones del Consejo Directivo son públicas y admiten la participación plena de cualquier persona asociada. Todo se debate y todo se resuelve por consenso, y cuando no es posible, por votación.
Otra característica que nos identifica es nuestro permanente posicionamiento y movilización en todos aquellos temas relativos al mundo del trabajo. La ocupación del espacio público para hacer visibles nuestras demandas y reclamos ha sido una constante en la praxis de Laboralistas.
Todo ello nos ha dado algo que podríamos llamar mística, que es lo que nos permite sentirnos orgullosos y orgullosas cuando decimos que somos parte de la Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas, la AAL.
Eso, además, ha generado en su interior una unión afectiva, que difícilmente se encuentre entre otras entidades similares.
Somos informales y descontracturados/as sin perder seriedad, pensamiento crítico y profundidad académica.
La defensa de los derechos de los abogados y las abogadas laboralistas ha sido uno de los objetivos permanentes de la Asociación. Siempre desde la concepción del título profesional como un bien social, no individual, que genera una deuda con la comunidad que nos permitió estudiar y nos hizo depositarios/as del monopolio del saber jurídico, no para servirnos de él, sino para servir a quienes lo necesitan.
Es por tal motivo que siempre hemos demandado un ejercicio ético de la profesión, repudiando enérgicamente todas las prácticas abusivas o directamente corruptas. En esto no se nos juega el espíritu corporativo: si se le exige al abogado ser honesto en el ejercicio de la profesión, la exigencia debe ser mucho mayor con el abogado/a laboralista, particularmente cuando asesora o patrocina a personas que trabajan, cuyo nivel cultural generalmente las muestra vulnerables e indefensas. Aprovecharse de esta situación es un acto criminal que no debe ser aceptado. Pero de los abogados y abogadas laboralistas demandamos mucho más, debemos ejercer la profesión con comportamiento humanitario, comprensivo, contenedor, generoso y desinteresado. Más allá del conflicto laboral debemos ver a la persona humana en su integridad.
Un sistema socioeconómico injusto, desigual, materialista, competitivo, individualista e insolidario, debe ser transformado. Y los/as laboralistas hemos elegido el mundo del trabajo para dar la batalla por el cambio. Entendemos que no habrá jamás un orden social justo, mientras las personas que trabajan sean tratadas como un instrumento más de los medios de producción y el trabajo sea considerado como una mercancía.
Desde nuestro lugar, luchamos por construir un orden social que garantice una equitativa distribución de la riqueza, y que permita bajar a la realidad la garantía constitucional de una retribución justa y condiciones dignas de labor para todos los trabajadores y trabajadoras.
A todas las personas que participamos en AAL nos une un sueño: la construcción de un orden social justo, con una equitativa distribución de la riqueza, y en el que la Justicia Social sea el criterio de reparto de cargas y beneficios.

¡Sumate a Laboralistas!